domingo, 31 de marzo de 2013

Cuando la vida se pone perra






El próximo 18 de abril, a las 7 de la tarde, en la librería ARGOT de Castellón presentaré mi próximo libro: Cuando la vida se pone perra. Ilustrado con fotografías de Víctor Aranda García.

Cuarenta relatos en los que los protagonistas no atraviesan por una buena racha (muchos nunca han tenido una buena racha), ven como todo se derrumba a su alrededor, son traicionados... Algunos siguen luchando para mantenerse en pie, otros no.


Entrevista en Radio Castellón

Entrevista en Onda Cero (a partir del minuto 17)

Artículo en Mone Monkey

Como adelanto os dejo el comienzo de uno de los relatos:


NOTAS INOPORTUNAS

Las primeras notas del violonchelo llegan inoportunas. Hoy no son bienvenidas. Todas las tardes la misma suite de Bach. Una melodía triste, que atraviesa el encofrado, se expande por el falso techo y se filtra a través de la talla amenazando con quedarse allí colgada perpetuamente. Como si fuese una araña en su tela, dispuesta a sonar para atraparnos al menor movimiento en falso que demos, absorber nuestra voluntad e inocularnos su melancolía. Es inevitable dejarse imbuir por su ritmo espeso y comenzar a arrastrar los pies y las palabras, como si andar y hablar se convirtiese en un castigo. Una música que invita a derrumbarse, a resignarse y dejarse vencer. Hasta hoy, ha encajado perfectamente con nuestro deambular por la casa, hasta el punto de ocupar el espacio que antes ocupaban nuestras conversaciones. Hoy no, hoy no es momento para Bach. Por eso voy a subir a pedirle al vecino que, por un día, cambie de partitura, que busque entre su repertorio algo más alegre; que interprete para nosotros, aunque sea, “El cant dels ocells”. Necesitamos otra banda sonora porque hoy tenemos algo importante que celebrar. Pero antes de subir me deleito un instante observándote furtivamente. Te veo recoger los platos, mientras finjo buscar algo en la nevera, los sacas del fregadero; están secos pero en un acto reflejo e inútil pasas por su superficie transparente la punta del delantal, después los apilas en el estante con delicadeza, provocando un tintineo seco. Disfruto con ese pesar que hay en tu mirada. Disfruto con él, porque sé que no vas a volver a tenerlo en mucho tiempo. Pensar que mis palabras van a ser capaces de tornar esa apatía en ganas de vivir me hace sentir bien.

Podrías haber descubierto la sorpresa cuando he llegado, pero, como de costumbre, no has salido a recibirme y he tenido tiempo de guardar la caja. Aun así, has debido notar algo raro en mi forma de actuar y supongo que por eso acabas de romper tu perpetuo silencio “Joaquín, tenemos que hablar”. Tus cuatro primeras palabras en dos semanas, “tenemos que hablar”: claro que vamos a hablar, yo hablaré al principio, te contaré lo de esta mañana y después me callaré para dejarte a ti mostrar tu alegría riendo o, en el mejor de los casos, llorando. Pero quiero que sea el momento adecuado, por eso no te he contestado, primero tengo que subir a hablar con el vecino. Es necesario que todos tus sentidos y los míos estén pendientes de mis palabras y de tu reacción, no lo hago para grabar nuestra conversación en la memoria. Si fuese un momento alegre sí que me gustaría recordarlo. Los momentos alegres hay que enmarcarlos y guardarlos. Su recuerdo sirve de acicate para intentar repetirlos. Pero esto no va a ser alegría, va a ser mejor, va a ser felicidad, uno de esos escasos instantes en la vida que la llenan de significado. Si tenemos la suerte de tener algún instante feliz hay que vivirlo plenamente y después intentar olvidarlo, porque no es fácil que se repita y esa certeza se convertirá, al recordarlo, en el principal nutriente de la nostalgia. Por eso quiero tener todos los sentidos pendientes de ti cuando te lo cuente. Por eso me está molestando Bach.
El resto del relato el 18 de abril...





jueves, 21 de marzo de 2013

Primavera de Microrrelatos Indignados 2013: 1ª jornada


La Primavera de Microrrelatos Indignados pretende que durante tres días (21 de marzo, 18 de abril y 16 de mayo) la red se llene de microrrelatos indignados que denuncien el avance de la desigualdad social, las injusticias, los abusos de poder, las humillaciones colectivas, las corrupciones impunes o la desprotección social que en los últimos tiempos estamos padeciendo.



1ª JORNADA DE LA PRIMAVERA DE MICRORRELATOS 2013

A continuación aparecen los microrrelatos que hemos recibido y los enlaces con el resto de blogs participantes en los que se pueden leer más microrrelatos indignados. 

Si quieres participar, todavía estás a tiempo. Sigue las bases de la convocatoria.

Nos vemos en la alambrada.


PARTICIPANTES:
Rosana Alonso, Rosario Raro, Pliegos volantes, Ana Vidal, Relatos de andar por casa, La colina naranja, Miguel Torija, Dominique Vernay, Víctor Aranda García, Mone Monkey, Van al aire, ¡ay maricarmen!, montesdetoledo, Gloria Arcos, Juan Luis López, MARULETI, Javier García, Microrrelatos al por mayor, microSeñales de humo, El rincón de la bruja de chocolate, Pequeñas tretas, pequeñas letras, Diseños by Elyely, Elena Torrejoncillo, Mercedes Daza García, Juan Baeza Anguix, En 99 palabras, Petra Acero, Ana Crespo, Carlos Campos Naharros, Petra Didinger, Charo López, Gema Murillo Francés, Javier García, Pilar Saborit, Eternidades y pegos, Leónidas de V., Jorge Duran, Juan Finat, Microrrelatos ilustrados, Saturnino Rodríguez Riverón, Antonio Ortuño, Marta López Cuartero, Alena Collar, Helga Martínez Pallarés, Juan Perezosso, Elena Casero, Lady Dragón, De mis palabras y las vuestras, El cobijo de una desalmada, Arrimados a la sombra, Caleidoscopio, Lola Sanabria, Maribel D'Amato, Montaña Campón, María Jesús Oliver Guasp, Azabache 2, A carón dunha lareira, Crónicas desenfocadas, El circo, Mei Morán, El perro que no ladra, José Chete, Mercedes Suárez Aguirre, La toalla del boxeador, Grimas y leyendas, Rafa Heredero García, Rosa Miró i Pons, LEOpoldo Trillo-Figueroa Igual, Restos de un naufragio, Observando la vida, Memorias de ultramar, Niebla eterna, Sin bulla, Cuervos para tus ojos, El rincón de Nicolás Jarque, Bosques de Marte, Indignados: el lado oscuro de la miradaLa levita del lagarto, Jorge Leal, Los jardines de Puck, Phoeticblog, Yolanda Nava, Juan Pedro Finat, Un libro es un jardín de bolsillo, Susana Meyniel Martí, La prisa y la palabraCuentos sin final.
MICRORRELATOS:


DESESPERADO.
Federico se enteró del embarazo de su mujer. Desde entonces, reza todas las noches a Dios para que sean octillizos: si  cada uno llega con un pan debajo del brazo, tendrán para algunos días de alimento. 
Javier García


PPSOE acuerdan adecuar los techados de las instituciones públicas (en breve privadas) para que los desahuciados se puedan suicidar en orden y sin manchar.
Juan Luis López


POR SI ACASO
Su entierro fue multitudinario. Todos acudieron movidos por conveniencia o temor; impulsados por el por si acaso. Aunque muerto, sus tentáculos seguían vivos y ¿quién sabe de lo que aún podía ser capaz? De sobras era conocido su extraordinario poder. 
Reconocido  cacique local, arbitrario, vividor y carente de escrúpulos a la hora de hacer dinero fácil,  nunca nadie pudo nada contra él. Ahora, ya de cuerpo presente, se sucedían las elegías y tópicos de rigor: hombre hecho a sí mismo, mago de las finanzas y la política,  benefactor de su ciudad… en fin, un rosario de alabanzas desmesuradas. Por si acaso.
  Frente a la lápida de mármol, grabada con el consabido “Nunca te olvidaremos” su esposa rememoraba la aridez total de ese matrimonio de sometimiento y conveniencia, que nunca se atrevió a romper por temor a perder un status convertido en el único asidero de su vida. Sin embargo, en ese preciso momento, una leve brisa de libertad comenzaba a silbar entre los árboles del camposanto.
        Recordó aquel dicho que aseguraba que existimos mientras nos recuerdan y deseó que fuese cierto, para que su existencia comenzara a disiparse. Anheló que el olvido borrara pronto aquel nombre de los corazones allí presentes, como si nunca hubiese existido. Otros, más expeditivos pensaban que “muerto el perro, se acabó la rabia”. Fin del miedo. Aunque los hábitos tan enraizados no se modifican fácilmente y nadie se atrevía todavía a significarse. El muerto siempre había avisado de que sus tentáculos eran muy largos.
Elena Torrejoncillo Roig
JUEZ–MAN
Tuve el privilegio de ser testigo de sus hazañas. El año venía protagonizado por una devastadora  crisis que causaba estragos en el país.  Los ciudadanos estaban especialmente irascibles, lo que provocó un revuelo de demandas y denuncias. Nadie soportaba nada, ni a nadie. Aún perdura en un recoveco de mi memoria la imagen de  un hombre que sobrevolaba los edificios, envuelto en una reluciente toga negra, cubriendo con su sombra de esperanzas las calles. Su misión, cada vez más ardua, consistía en  impartir justicia ¾para algunos, una quimera inalcanzable¾. Soplaba con todas sus fuerzas a la prima de riego que tiznaba los días de melancolía; secaba las lágrimas de trabajadores ahogados en sentimientos de impotencia; daba lecciones de humildad a los políticos codiciosos; recogía a delincuentes y víctimas, tomándoles declaración para  conciliar a los irreconciliables. Su labor en el juzgado, su retórica y facilidad para hallar solución a la mayor de las contiendas,  provocaba la admiración del pueblo. Desgraciadamente, nunca llueve a gusto de todos,  los altos cargos del poder judicial se vieron obligados a presentar su carta de dimisión. No soportaban su escandaloso protagonismo.
Mercedes Daza García
LOS INVASORES DEL MARTES
A alguien que recorre mil quinientos millones de kilómetros para ver cómo eres no se le hace esperar. Al menos eso era lo que pensaba Juan cuando aquellos seres venidos de Saturno entraban cada noche en su habitación y practicaban con su cuerpo toda serie de experimentos. Había oído hablar de los visitantes de alcoba y de experiencias extrasensoriales, pero aquellas confianzas con su organismo le resultaban algo incómodas, porque a él le costaba mucho decir que no, así como expresar sus sentimientos a aquellas criaturas. Todos estos encuentros no dejaban en él más rastro que unas permanentes ojeras y unas insanas ganas de agradar a todos, fueran de la galaxia que fueran. Sin embargo, aquel martes por la mañana recibió la primera visita hostil proveniente de estos mundos en forma de misiva. Iba a pagar más por el teléfono. Le iban a cobrar más del recibo de la luz y del agua. La tarifa de internet pasaba a ser escandalosa. Ese mismo martes, ya por la noche, se enteró de que le iban a aumentar las horas de trabajo y a reducir el sueldo. Esto solo significaba la guerra. Era la primera agresión que sufría de un planeta de su entorno, el suyo propio, pero estaba preparado para contraatacar y no tenía miedo. No convenció, sin embargo, este argumento al eficiente subdelegado de gobierno, que archivó la demanda en nombre del sistema solar sin más trámite. Con la notificación de este archivo Juan se dio por invadido y conquistado.
Juan Baeza Anguix
VÍNCULOS
Primero se encadenó a las puertas del banco que le estaba amargando su existencia, y al día siguiente junto al Ministerio de Justicia, pero sólo consiguió un cuerpo lleno de moratones. Ahí fue cuando comprendió que las cadenas no eran suficientes, y buscó otra forma para lograr que nadie rompiera los lazos que le unían con la casa que le vio nacer.
Esta mañana la comisión judicial, acompañada de un furgón policial, ha ido a su casa para consumar el desahucio pero nadie les ha abierto. Una soga le ha bastado para quedar atado para siempre a su hogar.
Miguel Molina
PEQUEÑO MICRO MUNDO
El chico de unos veinticinco años tenía dificultad para caminar y entraba agarrado del brazo de un señor mayor que pasaba de los sesenta. La cara del joven reflejaba una sonrisa especial, un tanto nervioso pero decidido y valiente.
Balbuceó los buenos días y preguntó de forma casi imperceptible a cerca del precio de los bocaditos de nata mientras los señalaba con mano temblorosa, la discapacidad le impedía hablar correctamente.Esbozó una sonrisa, pidió una bandeja y le hizo un gesto al que luego supuse sería su padre acercándole la cintura para que le cogiera la cartera y pagase.
Una vez envueltos, el señor dijo que volvía en un instante, tenía que guardarlos y en breve volvía por él. El chico permanecía quieto, orgulloso del gesto hasta que regresó y le acompañó hasta el coche.
Tardó un rato en acomodarlo en el asiento e instantes después desaparecieron entre el tráfico. Nadie reparó en la situación: las prisas de la gente, sus quehaceres, sus problemas.
Me quedé pensando en la vida de ambos, en cuál sería el motivo por el que el chico compró los bocaditos, en si era consciente del momento actual que vivimos y en las dificultades a las que tendría que hacer frente él solo, en su micro mundo.
No suelo comprar pasteles pero ese día escogí una tarta para llevarla a una comida familiar y así refugiarnos en nuestro pequeño micro mundo por unas horas. Tal vez mañana sea ya tarde, carpe diem.
Leónidas de V.
ADIÓS MAMÁ 
El comisario me tenía inquina porque yo discursaba en la plaza.
Mi madre dijo que vino dos veces a buscarme.
-No se deje hijo. Sea valiente como su padre. Hágase escuchar.
Lo fui a enfrentar.
Me pidió el pueblo”…
Me hice “croto” entonces.
Cuando regresé a casa mi madre ya me tenía ropita preparada.
El tren de carga “pitea y pitea”. Arriba del techo de un vagón voy hacia el norte en busca de asilo.
¡Podrán matarme setenta veces! Pero esa no es mi muerte…
Mi muerte es acallarme. Quemar lo que escribo.
¡Milicos necios!
Jorge Duran
DE LA TUMBA A LA CUNA
Devolvimos el caballo a los griegos, cargado de euros. (También a España, que ni siquiera participó en la guerra de Troya).
Saturnino Rodríguez Riverón

María Gómez Barroso

MARULETI
MAREAS IMPARABLES FRENTE A LA INJUSTICIA
Se sentía orgullosa de su pueblo. Aunque los ciudadanos se encontraban cada vez  más acorralados por los recortes sociales y los frecuentes cambios de leyes, orientados siempre a restringir aún más  los derechos sociales, todavía seguían alzando  su voz incansable contra estas sangrantes injusticias.
    Unidos seguían  elevando su voz, empleando únicamente la palabra y el poder que le otorgaban la presión social,  que ejercían con  manifestaciones y concentraciones.
    Acompañados de pancartas, llenas de constantes denuncias contra la corrupción cada vez más extendida en todos los ámbitos de la política y la sociedad,   recordaban de forma incansable a las grandes olvidadas de esta crisis, la Ética y la Justicia.
    Se enfrentaban día a día en las interminables "marea blanca" o  "marrea verde", esgrimiendo únicamente  estas armas, frente a  las estrictas razones económicas  esgrimidas una y otra vez, tanto aquí como en el resto de Europa, por los diferentes gobiernos.
      Ahora que ya no existía ninguna parcela intocable frente a las ansias insaciables de las tijeras,  tenían más razón de ser las protestas de los ciudadanos, que recordaban a los políticos, todopoderosos bancos o grandes mercados,  que ellos eran los jefes.  
Gloria Arcos
TITULARES
Comienza la cuenta regresiva hacia su próxima escapada. Así rezaba en plan titular un gran anuncio a todo color en la revista que estaba ojeando. Una joven pareja agarrados de la mano corrían por una hermosa playa de arena blanca rebosante de palmeras, paraíso terrenal para disfrutar de unas increíbles vacaciones. El anuncio estaba en la misma página donde grises noticias oscurecían el radiante sol del anuncio. Primas de riesgo desorbitadas, tasas de desempleo de las que no se conocían en las últimas décadas, de nuevo corrupción galopante en el seno del gobierno de turno. Y así había empezado poco a poco mi cuenta regresiva, me habían echado hacía casi un año de mi trabajo después de quince años de dedicación exclusiva, la cuota mensual de la hipoteca de la casa se había encarecido un veinte por ciento durante ese último año. Nunca podré irme a una isla tropical, había sido siempre mi sueño.
Antonio Ortuño Casas
HUMO            
           
            Asciende, ligero, suave, espeso, vertical, airoso. Palabra, dictado, explicación, aclaración, sonrisita.
Humo en la boca, labios, ojos, frente; humo entre el pelo, pelito pelo. Humo virginal e incorruptible. Humo decisorio, humo mansísimo. Humo hipócrita, humo.
Atufa, atosiga, acatarra, aturde. Agobia, aturulla,.
Humo elevándose perfecto y glorioso sobre nuestras cabezas. Palabras de humo mientras yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos, nos asfixiamos buscando luz, ventanas, aire, sol, claridad, trabajo, salud, educación, libertad, albedrío.
Humo: un país de humo que se fuman los mismos de siempre.

Alena Collar.

LA SONRISA DESALOJADA
Un día vino a casa un señor bien vestido - de negro y corbata negra, como cuando iban de boda o de comunión – Le entregó una carta a la mamá de Jaime, que no pareció sorprendida, porque en realidad le estaba esperando. Había traído a dos amigos, que no llevaban traje sino chándal, y se ensuciaron de polvo al marcharse con las cosas bonitas de la casa. Cogieron la tele, el ordenador, los pendientes de mamá, y el piano de su hermana Elena, que dormía en el salón. A cambio, en un ratito, volvieron la luz, y la calefacción, así que a Jaime no le pareció terrible - solo era un rollo quedarse sin tele, nada más - Lo que ya no le pareció bien fue que se llevaran, poco después, todos los muebles. Desaparecieron uno por uno: la nevera, la lavadora, los cuadros, y la mesa del salón.
Fue cuando no quedó nada que llevarse, que cogieron la casa entera, y la foto de Jaime, contento en el parque con su hermana, del brazo de papá y mamá…
Por eso, a partir de entonces, Jaime fue un niño triste: sabía que les habían embargado la alegría, y ya nunca más pudo volver a sonreír.
Helga Martínez Pallarés
La herencia recibida
LA BALANZA
Ya lo esperaba”, contesté, “reclamaré la indemnización en los tribunales”. Y me fui. Ya no tenía nada que perder. Compré un spray rojo en la ferretería y esperé a la noche. A las tres de la mañana hacía frío, pero no había ni un alma cerca de la central del banco. Escribí. “2.205 millones de beneficios” y debajo “3.500 despidos”. Sentí cierta satisfacción interna. Me imaginaba la cara que pondría el jefe de personal cuando la viera. Se iban a gastar varias veces mi salario en limpiezas. Desde entonces no he podido dejar de escribir, ya casi no como, y me gasto el subsidio en sprays.
Juan Perezosso.


SIN
Desde el colchón del camastro puede ver el color de la noche sin cristal mientras escucha con sus cascos Wings. Es negro, el cielo.
Aparta el brazo de su hermano y el humo del cigarro de su padre a quien le han robado también las palabras.
Se quita los cascos y se levanta de un salto.
-Me abro… putas ratas- dice escuchando con desgarro el llanto de su madre y los roedores escarbando las basuras de la calle, con codicia.
Revisa su mochila, cargada de artilugios caseros que sin piedad utilizará para obtener sustento.
-Ten cuidado, hijo- le susurra su madre.
La lumbre de las velas ilumina el cuartucho, sin puertas ni pintura, llenándolo de sombras con apenas un hilo de vida. Son okupas, furtivos sin casa. Despojados, sin vecinos ni rutinas. Sin dignidad ni esperanzas, con desgana.
Coge el anorak y sale apresurado, como si la noche fuese a escapar como él, fugitiva.
Y llegará otro domingo sin olor a calor ni a tostadas.

Marta López Cuartero

UNO MENOS, UNA RACIÓN MÁS
Esther entra en el vestuario, pone la llave en su taquilla, saca la bata blanca, cierra los ojos y piensa que todo es tán negro como lo que percibe tras sus pupilas apretadas. No quiere entrar en la consulta. Se niega a visitar a trece ancianos con enfermedades crónicas que necesitan medicamentos demasiado caros para sus exiguos bolsillos . Ni a cinco discapacitados con problemas de asisténcia. Ni, ni, ni, …
En la última reunión con el “ responsable de sanidad” había quedado todo bien claro. Su voz sonó en sus oidos como un mazazo.
- No hay dinero, no hay mediicamentos ni asisténcia gratuitos. Los ancianos que se rasquén el bolsillo. A los discapacitados que los cuiden sus familiares. Si no pueden, la administración tampoco. Es lamentable, pero los primeros, ya han vivido lo suyo y los segundos, la verdad es que para subsistir de ese modo...
- Pero eso no es justo, es inhumano.
- Es lo que hay, señores. Uno menos, una ración más

Maribel D`Amato
CON UN PAR
El anciano salió a la calle con la dignidad intacta y una caja de zapatos. Un vecino le preguntó por qué, si lo había perdido todo, se aferraba a esa caja como a una tabla mínima en medio de la tempestad:
-En casa de mis padres éramos siete hermanos. Como no había sustento para tantas bocas mi madre nos enviaba al colegio. Allí, además de instruirnos en las letras y las matemáticas nos proporcionaban un almuerzo decente, con una única condición: que acudiéramos calzados. Un solo par de zapatos para siete hermanos, una sola comida completa a la semana. No sé dónde terminaré, ni si alguien se hará cargo de este pobre viejo. Pero tal vez pueda comer si conservo cerca mis zapatos.
Montaña Campón


CLAROSCURO



La existencia de Mario se desarrollo fiel a la técnica del claroscuro, con periodos acusados de luces y sombras.

Luces de una infancia y adolescencia feliz, una saneada vida laboral y una sólida posición económica.

Sombras que comenzaron con la imprevisible pérdida de un trabajo estable y que le llevaron a alargar la prolongada lista de robinsones desempleados, víctimas del tenebroso naufragio de la crisis.

Durante cada jornada compartió inútilmente espacio con ellos, para después separarse y volverse de nuevo a reunir. Así un día, otro y otro. Hasta que abrir la ventana de la vida cotidiana se convirtió para Mario en una terrible pesadilla y el chirriar de los goznes en una contribución al ambiente de crispación general.

Tras la rebeldía inicial sucedieron los ataques de desaliento, en los que se sentía como un funambulista inseguro que en la cuerda floja del ánimo lucha por equilibrarse y no caer en la depresión.

Pero sus esfuerzos no hicieron más que alimentar un amargo proceso de tortura que culminó una mañana de sol radiante, cuando la dramática del claroscuro se hizo patente por última vez y la ventana, antes llena de luz, se convirtió en una salida de emergencia al abismo y a la oscuridad más absoluta.

Mario desapareció en el vacío de la desesperación, mientras los indignados vibraban con la agitación furiosa de sus pancartas y los responsables de la debacle, ajenos al sufrimiento social, continuaban su imparable carrera de desatinos sin despeinarse ni tan siquiera un poco.

María Jesús Oliver Guasp


EL DISCURSO
El índice de asesinatos se ha reducido en un 20% en este primer año de gobierno… Se ha logrado reducir el índice de pobreza extrema en un 30% con los programas sociales, que han mostrado un gran acierto en el trabajo conjunto de los ministerios de estado… Y con el apoyo de toda la población lograremos rebajar aún más estos índices, estamos trabajando por ustedes...” Apagó la televisión, pues no podía seguir escuchando más de esa demagogia política en la cadena nacional, quería, más no podía, debía trabajar. Tomó el bote con gasolina y la antorcha. Cerró la puerta de lámina tras de sí y se dirigió al semáforo de siempre, a ganar el pan.

José Chete

LÁGRIMAS NEGRAS
-¡Levántate Ernesto! ¡Es la hora! -lo despertó la voz huraña de su padre.

Abre los ojos y por el ventanuco de la habitación entra la luz metálica de la luna de invierno. Tiene frío y hambre, pero es un frío y un hambre secular, el de los desheredados. Su padre lo apura. Salen y comienzan a caminar por el sendero de barro y escarcha. Tras una hora de caminata por la llanura desnuda y gélida llegan a la entrada de la mina. En la penumbra gris del amanecer ve niños, hombres y algunas mujeres. Ernesto y su padre se suben a una vagoneta de las que hay en los raíles de la vía y entran al interior de la mina.

Dentro, en las galerías, le enseñan a arrancar con las manos las piedras del túnel. Después las carga en una carretilla y cuando está llena la descarga en una vagoneta. Horas y horas, no sabe cuántas, porque allí no hay luz; sólo un polvillo negro que se mete por las narices, por la boca, por los ojos.

Cuando salen ya es de noche. De vuelta por la llanura seca y helada, mientras camina encorvado, con el peso de la luna de invierno sobre sus espaldas de niño, va llorando lágrimas negras.

-Te acostumbrarás hijo, te acostumbrarás...-le dice su padre y su voz ya no es huraña.

Mercedes Suárez Aguirre
Prohibido desalojar

Víctor Aranda García



DONDE LAS TOMAN, LAS DAN
Desde que jugaba durante mi infancia en su huerto de limoneros y jazmines, conseguir esta casa era mi sueño. Contrastaba mucho en aquella calle de procesiones tenebristas que desfilaban bajo los balcones adornados con colchas de seda. Aquella fachada, en cambio, parecía la portada de una revista de arquitectura, una obra de Frank Lloyd Wright, por lo menos.

El mismo día de mi cuadragésimo cumpleaños colgaron el cartel de Se vende. Un par de semanas después vi a una pareja que desde una vespa anotaba el teléfono. Me lancé. Cuando llamé me dijeron que pedían 100 millones de las antiguas pesetas, tal vez las llamaban así en oposición a las futuras pesetas, unos 600.000 euros.

No poseía esta cantidad ni siquiera la décima parte pero como persona bien instruida por los telediarios me decidí a solicitar una hipoteca. Estábamos en 2013, era el momento ideal. Redacté yo misma el documento que presenté en el Banco. Cegados por la necesidad en esos momentos de un cliente como yo, ni ellos ni el notario leyeron la letra pequeña. En esta decía que el contrato se realizaba a perpetuidad, concepto tomado de las participaciones preferentes, es decir, que no tendría que devolverles mi dinero nunca y además que el abono de las cuotas sería realizado en diferido la misma fecha, es decir, jamás.

Desde aquí, desde mi hamaca, os animo a los demás a hacer lo mismo. Las viviendas de protección oficial, los minipisos y demás soluciones habitacionales deben reservarse para sus utópicos promotores.

Rosario Raro

Prueba irrefutable
En el juicio, las pruebas fueron incuestionables, todas apuntaban a la culpabilidad, hasta que el abogado sacó la última. Nadie se había percatado hasta entonces de que al político le faltaba una mano, y el letrado la tenía ahí, en una cajita que abrió frente al Juez: «Esta mano fue cortada hace más de un mes. Es la mano que sujetaba el maletín en la foto, como se puede observar por las marcas en la piel. Con esto demuestro que este hombre es incorrupto». Y con razón, porque la mano conservaba ese tono moreno rosado de la piel viva. Los de las filas de más adelante pudieron tocarla, sentir su calor, algunos hasta estrecharla. Al Juez no le quedó más remedio que dictar sentencia absolutoria. Nadie dijo nada sobre el olor a azufre que impregnaba la sala al paso del abogado defensor.

Ana Vidal

Y no pasa nada… (escena absurda en 109 palabras para los tiempos que corren)
«¿No salimos?, pregunta el nuevo, el viento ha cambiado de sentido y las llamas se dirigen a la ciudad». Las huellas de sus botas relucientes, marcadas sobre el polvo que reposa desde hace meses en el suelo de linóleo. Un viejo, sentado al fondo y con la oreja pegada a un transistor, masculla entre dientes y se ríe. Lleva un antiguo casco de bombero que no se quita ni para dormir. En las literas bostezan tumbados los demás: unos leen, otros miran por la ventana y contemplan el árbol negro del patio. Fuera sopla un viento constante que mueve las cenizas de un lugar a otro. Nadie le contesta.

Rosana Alonso
OVACIÓN DE GALA
- Dimito.
 Miguel Torija
CAZADORES
En un estrecho callejón gris, mugriento, un cazador observa atentamente los movimientos de su presa.
Desde la ventana de su casa que da al callejón, Luis sigue con la vista los saltitos de un gorrión. En el suelo hay una trampa para ratones activada. El cebo es un trocito de pan duro. El gorrión duda, da unos saltitos hacia la trampa, se detiene, mira hacia todos lados con rápidos movimientos de la cabeza. Luis se oculta más, espiando sólo con un ojo. Finalmente el ave se decide. Se escucha un ¡Plaf! Ya está, lo atrapó. El niño corre a recoger su presa. Vuelve sosteniendo al ave muerta de un ala y se pone a llamar a su gato:

- ¡Ven “Corbata”, ven aquí! ¿Dónde te has metido?

Y Luis lo busca por toda la casa sin hallarlo.
Como en su hogar la comida escaseaba, el niño cazaba pájaros para su gato. Pero esta vez no lo encontró. Con lágrimas en los ojos seguía repitiendo el nombre de su amada mascota, presintiendo algo terrible. En los hogares vecinos también escaseaba la comida.
Jorge Leal

HUMO
Acompañando la flexión de sus  rodillas, se deslizó apoyando la espalda en la pared hasta quedar sentado, advirtió que la humedad del suelo no lo molestaba, y la brasa del medio pucho humeante entre sus dedos no quemaba, sonrió alegre al comprender que no habría más engaños ni torturas, aunque la descarga del pelotón de fusilamiento no le había permitido completar su último deseo.
Juan Pedro Finat





LA FIGURA PÚBLICA
Había estrechado suficientes manos, besado suficientes niños y llorado en público suficientes veces. Por fin su sonrisa fue inalterable y pudieron ponerle junto a los demás en el Museo de Cera.

Susana Meyniel Martí



CONFIDENCIAS
Se conocieron en el parque y enseguida congeniaron, fue como si dos corrientes muy fuertes las hubieran empujado para ponerlas frente a frente. Marina es flacucha, muy morena, de ojos brillantes y mirada inquieta. Jimena es rubia, su mirada azul esta llena de sosiego y sus modales son sofisticados. De niñas les gustaba hablar de sus aficiones y saltar juntas a la comba, ahora comparten inquietudes. Marina le cuenta a Jimena que con la crisis han recortado las ayudas y no le han dado la beca, no podrá acceder a su proyecto de investigación, Jimena le confiesa que está profundamente deprimida porque sus padres le envían a una universidad privada a Londres… Y es un rollo.
Yolanda Nava


ORGANIZAN:


lunes, 11 de marzo de 2013

Cuando la vida se pone perra: 18 de abril


El 18 de abril a las 7 de la tarde, en la librería ARGOT se presentará mi próximo libro: Cuando la vida se pone perra editado por la editorial URANIA.

Cuarenta relatos y microrrelatos ilustrados con fotografías de Víctor Aranda.

El nuevo vídeo promocional del libro:




Os dejo también un relato que aparece en el libro. La versión en catalán de este microrrelato ha sido "finalista" mensual del concurso de La microbiblioteca y también aparece en la sección Eureka de Mone Monkey junto a una fotografía de Víctor Aranda.


Triángulo roto
Hasta el accidente que tuve con la furgoneta, cuando era lechero, fue mejor que intentar besarte. Ni las tres costillas rotas, ni las botellas hechas añicos, dolieron tanto como la cara de asco que pusiste cuando ayer, mientras bailábamos, me aventuré a aproximar mis labios a los tuyos. Detuve mi avance, pero tú no te contentaste con concederme una retirada honrosa y arrasaste las pocas defensas que le quedaban en pie a mi dignidad, dirigiendo una sonrisa irónica a Anselmo. Pero eso sí, esta tarde, en el baile del Hogar del Jubilado conmigo no cuentes, le dices a él y a su reuma que bailen contigo.